
En los últimos 20 años, las políticas chilenas orientadas al mejoramiento de condominios de viviendas sociales han experimentado una evolución notable y multidimensional. Estas políticas han buscado no solo abordar el déficit cuantitativo de viviendas, es decir, la necesidad de aumentar la cantidad de unidades habitacionales disponibles, sino también enfocarse en el déficit cualitativo, que se refiere a las condiciones de habitabilidad y bienestar en estas viviendas. Este enfoque ha ido ganando relevancia a medida que se ha reconocido la importancia de mejorar la calidad de vida de las familias más vulnerables.
A lo largo de este periodo, se ha observado un cambio en la perspectiva de las políticas habitacionales, que ahora integran consideraciones sobre el entorno social, la infraestructura y los servicios disponibles en las comunidades. Esta transformación se ha traducido en un mayor énfasis en la creación de espacios que no solo proporcionen refugio, sino que también fomenten la cohesión social y el bienestar integral de los residentes.
A continuación, se presenta un análisis detallado de esta evolución, explorando los distintos enfoques implementados, los resultados alcanzados y las lecciones aprendidas en el proceso, con el objetivo de contribuir al desarrollo de políticas habitacionales más efectivas y sostenibles en el futuro.
Cambio de paradigma: De cantidad a calidad.
A principios de la década de 2000, Chile se enfrentaba a un importante déficit habitacional cuantitativo, lo que llevó a las autoridades a centrarse en la construcción masiva de viviendas sociales como principal estrategia para abordar esta problemática. Aunque este enfoque permitió aumentar rápidamente el número de unidades habitacionales, también generó nuevos problemas como:
- Viviendas de baja calidad y tamaño insuficientes.
- Ubicación periférica con escaso acceso a servicios.
- Segregación socio espacial.
- Deterioro acelerado de los conjuntos habitacionales.
Estos problemas dieron lugar a lo que se ha denominado la crisis de «Los con techo», una situación que afectó a casi un millón de personas en Chile. En este contexto, el desafío no era únicamente la falta de una vivienda, sino que se transformó en un conjunto de problemas socio-urbanos
interrelacionados que impactaban negativamente la calidad de vida de los residentes.
Las familias que contaban con un techo sobre sus cabezas se encontraban enfrentando condiciones de habitabilidad deficientes, acceso limitado a servicios básicos como agua potable, saneamiento y transporte, así como la falta de espacios públicos adecuados. Esta crisis puso de manifiesto la complejidad de las dinámicas urbanas y cómo la mera provisión de viviendas no garantizaba el bienestar integral de las comunidades.
Además, los problemas socioeconómicos asociados, como el desempleo, la falta de educación y la segregación social, exacerbaron aún más la situación, generando un círculo vicioso de pobreza y exclusión.
En respuesta a esta crisis, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo implementó nuevos programas:
- Programa de Protección del Patrimonio Familiar (2006) : Enfocado en mejorar viviendas existentes.
- Programa Quiero Mi Barrio (2006): Marcó un punto de inflexión al abordar el déficit cualitativo a escala de barrio.
- Programa de Mejoramiento de Condominios Sociales (2011) : Dirigido específicamente a mejorar condominios sociales en altura, abordando tanto aspectos físicos como de organización comunitaria.
- Programa de Regeneración de Condominios Sociales (2015) : Busca remodelar integralmente conjuntos habitacionales con alto nivel de deterioro, abordando múltiples escalas desde la vivienda hasta el entorno urbano.
Enfoque integral y multidimensional.
La evolución de las políticas de mejoramiento y regeneración urbana en Chile refleja un enfoque cada vez más integral y multidimensional, que busca abordar de manera completa las diversas necesidades de las comunidades. Este enfoque se manifiesta en varios aspectos clave:
- Mejora física: Las iniciativas se centran en la reparación y mejoramiento de las viviendas, así como de las áreas comunes, con el objetivo de elevar la calidad de los espacios habitacionales y garantizar condiciones dignas para los residentes. Esta atención a la infraestructura no solo mejora la estética de los barrios, sino que también contribuye a la salud y el bienestar de las familias.
- Organización comunitaria: Se ha implementado un apoyo significativo para la formación de órganos de administración y gestión comunitaria. Este aspecto es fundamental, ya que empodera a los residentes, promoviendo la autogestión y la participación activa en la toma de decisiones que afectan sus entornos. La organización comunitaria fortalece los lazos sociales y fomenta una cultura de colaboración.
- Integración urbana: Un objetivo primordial de estas políticas es la búsqueda de una mejor conectividad y acceso a servicios esenciales, tales como educación, salud y transporte. Al mejorar la infraestructura y facilitar el acceso a estos servicios, se contribuye a la inclusión social y se reducen las disparidades existentes entre diferentes áreas urbanas.
- Participación: La incorporación de metodologías participativas en el diseño e implementación de proyectos es un aspecto crucial de este enfoque integral. Estas metodologías permiten que los residentes expresen sus necesidades y expectativas, asegurando que las intervenciones se alineen con las realidades locales y fomenten un sentido de pertenencia y responsabilidad compartida.
En conjunto, estas dimensiones evidencian un compromiso por parte de las autoridades para desarrollar políticas que no solo aborden las necesidades inmediatas de vivienda, sino que también promuevan un desarrollo urbano sostenible y socialmente inclusivo.
Impacto en la calidad de vida.
Los estudios realizados en el ámbito de la regeneración urbana y el mejoramiento de viviendas sociales indican que estas intervenciones tienen el potencial de mejorar significativamente la calidad de vida de las familias beneficiadas. A continuación, se detallan algunos de los impactos más relevantes:
- Salud física y mental: La mejora en la calidad material de la vivienda, que incluye aspectos como la seguridad estructural, la adecuación de los espacios y el acceso a servicios básicos, se percibe como altamente beneficiosa para la salud de los residentes. Un entorno habitacional adecuado contribuye a la prevención de enfermedades, reduce el estrés y mejora el bienestar general de las familias.
- Bienestar psicológico: La regeneración de los espacios no solo transforma el entorno físico, sino que también promueve sentimientos positivos entre los habitantes. La recuperación y revitalización de áreas comunes fomenta un sentido de pertenencia y orgullo comunitario, lo que a su vez puede contribuir a una mejora en el estado emocional y psicológico de los residentes.
- Sociabilidad: Las intervenciones de mejoramiento han mostrado un impacto positivo en la convivencia vecinal. Al crear y mejorar espacios comunes, se facilita la interacción social y el fortalecimiento de la red de apoyo entre vecinos. Esto no solo mejora la calidad de las relaciones interpersonales, sino que también fomenta una cultura de colaboración y solidaridad en la comunidad.
- Prácticas saludables: La creación de nuevos espacios, como áreas recreativas y centros comunitarios, permite el desarrollo de actividades beneficiosas para la salud física y mental de los habitantes. Estas instalaciones ofrecen oportunidades para la práctica de deportes, talleres de capacitación y actividades culturales, promoviendo un estilo de vida activo y saludable.
Desafíos persistentes.
A pesar de los avances, persisten desafíos importantes:
- Lentitud en la implementación: La lentitud en la implementación de mejoras es un desafío significativo, ya que muchas familias llevan años esperando avances en la calidad de sus viviendas y barrios. Esta prolongada espera genera frustración y desconfianza, afectando el bienestar emocional de los residentes.
- Escala de intervención: A pesar de los esfuerzos, los programas de mejoramiento aún no logran abarcar todos los condominios que requieren atención. Un número considerable de familias sigue sin recibir las mejoras necesarias, lo que destaca la urgencia de desarrollar estrategias más amplias para abordar el déficit habitacional.
- Integración urbana: Superar la segregación socio espacial continúa siendo un reto. Las intervenciones, a menudo concentradas en áreas específicas, pueden perpetuar la fragmentación social y limitar el acceso a servicios esenciales, lo que subraya la necesidad de un enfoque más inclusivo que promueva la integración de las comunidades.
- Sostenibilidad: Asegurar el mantenimiento a largo plazo de las mejoras realizadas es crucial para el éxito de las iniciativas. La falta de estrategias efectivas para preservar los avances puede conducir al deterioro de los espacios, por lo que es fundamental establecer mecanismos de sostenibilidad que involucren a los residentes y promuevan la autogestión.
En conclusión, la evolución de las políticas habitacionales en Chile a lo largo de los últimos 20 años refleja un avance significativo hacia un enfoque más integral y centrado en la calidad de vida de los ciudadanos. Este proceso ha implicado una transición desde un modelo que priorizaba la producción masiva de viviendas hacia uno que busca abordar múltiples dimensiones del hábitat, tales como la infraestructura urbana, el acceso a servicios básicos y la promoción de la cohesión social dentro de las comunidades.
A pesar de estos avances, persisten desafíos que subrayan la necesidad de seguir trabajando en esta dirección. Muchas familias vulnerables que habitan en condominios sociales todavía enfrentan obstáculos que limitan su acceso a una vivienda digna y a un entorno adecuado. Problemas como la falta de recursos suficientes, la lentitud en la implementación de mejoras y la segregación socioespacial son algunos de los factores que requieren atención urgente.
Por lo tanto, es fundamental que las políticas futuras no solo continúen mejorando la calidad de las viviendas, sino que también se comprometan a crear entornos urbanos inclusivos y sostenibles. Abordar las necesidades de las comunidades más desfavorecidas será clave para garantizar que todas las familias tengan acceso a condiciones de vida que favorezcan su bienestar y desarrollo integral. Solo así se podrá avanzar hacia una sociedad más equitativa y justa para todos.
Bibliografías:
- https://www.ciperchile.cl/2019/12/20/porque-las-malas-politicas-de-vivienda-social-son-un-problema-de-salud-publica/
- https://www.dipres.gob.cl/597/articles-149531_r_ejecutivo_institucional.pdf
- https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0250-71612019000200005&script=sci_arttext
- https://www.cedeus.cl/blog/2023/03/01/mi-vida-va-a-ser-mucho-mejor-de-lo-que-ha-sido-estudio-cualitativo-sobre-el-vinculo-entre-regeneracion-de-viviendas-sociales-calidad-de-vida-y-salud/
- https://www.dipres.gob.cl/597/articles-149531_informe_final.pdf
- https://www.minvu.gob.cl/beneficio/vivienda/programa-de-mejoramiento-de-viviendas-y-barrios-proyectos-para-la-vivienda/
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